Algo que ha caracterizado siempre al ser humano (y seguro que también a sus antecesores) ha sido la necesidad por un lado y el interés por otro en agruparse.
En grupo era más fácil cazar un animal grande para dar de comer a la tribu o tomar decisiones beneficiosas (aunque muchas veces el beneficiado fuera solo el grupo, posible origen de los partidos políticos).
Si una persona recorre la calle principal del pueblo a las cuatro de la madrugada cantando a voces es un borracho, está despertando a los vecinos y se puede ganar una pedrada.
Si eso mismo lo hace un grupo, se llama tuna. Molesta lo mismo, pero algunos lo llevan mejor y en lugar de piedras les tiran dinero.
De ahí el interés en pertenecer a ciertos grupos que puedan aportar al individuo seguridad, poder o simplemente le hagan sentir a gusto, rodeado de compañeros con tendencias o metas afines.
Poniéndonos un poco serios, entre estos grupos encontramos los de corte filosófico cuyo objetivo suele ser la mejora del individuo en sí y de su entorno, y a los que, para acceder, el aspirante deber pasar lo que se conoce como rito iniciático, pruebas mediante las que demuestra su interés y aptitudes para ingresar.
Por otro lado, grupos aparte, tenemos los acontecimientos que el ser humano celebra de una manera especial: nacimientos, bodas, defunciones (bueno, las defunciones no siempre)... Y uno cuya importancia se va perdiendo en nuestra sociedad actual, el paso a la mayoría de edad, cuando el niño deja de serlo para convertirse en adulto, crear una familia y buscar un trabajo para comprarle consolas y teléfonos móviles a los chavales.
Y una mezcla de rito de iniciación degenerado y la celebración del paso de una situación a otra es el asunto que nos interesa aquí. Las novatadas.
Generalmente prohibida, esta tradición, que seguramente naciera a la vez que la primera residencia universitaria o el primer ejército, sigue siendo objeto de polémica actualmente.
Los españoles que tengáis una edad (dos edades diría yo, porque, como decían los de Asfalto en Días de Escuela, ya va haciendo tiempo) habréis hecho el servicio militar, más conocido como Puta Mili.
No, no me voy a poner en plan Abuelo Cebolleta a contar aventuras de la mili, como solemos hacer los que
hemos pasado por este trance, pero nos sirve de ejemplo como caldo de cultivo de novatadas, generalmente no demasiado crueles físicamente aunque sí humillantes en algunos casos y, hasta cierto punto, graciosas en otros. Enviar al novato a buscar la funda del asta de la bandera o la máquina de pelar gambas, pintarle la mano de negro para que se manche la cara al tocarse o meterle a cantar dentro de una taquilla se pueden considerar momentos hasta divertidos si la víctima sabe tomárselo con humor.
Algo parecido encontramos en las residencias de estudiantes, donde los veteranos también ejercen sobre los novatos ese poder que confiere la antigüedad, unas veces simplemente con humor y otras con una crueldad y una saña dignas de un psicópata que llegan incluso a poner en peligro la vida de la víctima.
Y por fin, después de toda esta retahíla de letras mal juntadas e ideas inconexas, llegamos al objeto de esta entrada, que es el contar una novatada concreta que se ha convertido, dentro del entorno donde se ha llevado a cabo, en todo un acontecimiento.
Javi y Pablo (que podríamos decir que son nombres ficticios, pero sería mentira, porque existen), comienzan este año su periplo universitario de noches de juerga y partidas de mus interrumpidas por ratos de estudio.
Y la novatada que les tenía deparado el destino ha sido de lo más imaginativo, pues el resultado es el vídeo que tenéis un poco más abajo.
Todo el trabajo del vídeo es obra de sus protagonistas. Han compuesto la letra sobre una base de trap (un estilo musical nacido en el sur de Estados Unidos a finales de los 90 y que, a los que no entendemos, nos recuerda al rap o al hip-hop), han buscado las localizaciones y grabado y editado tanto la imagen como el sonido.
Pero lo curioso del caso no es que se hayan visto "obligados" a hacer un vídeo, sino que sus autores casi se han convertido en estrellas entre sus compañeros, hasta el punto de que la siguiente novatada para los recién llegados ha sido aprenderse la letra para cantarla todos juntos e incluso el vídeo se ha emitido en algún pub de la zona.
Así que, aunque solo sea por curiosidad, echadle un ojo.
En grupo era más fácil cazar un animal grande para dar de comer a la tribu o tomar decisiones beneficiosas (aunque muchas veces el beneficiado fuera solo el grupo, posible origen de los partidos políticos).
Si una persona recorre la calle principal del pueblo a las cuatro de la madrugada cantando a voces es un borracho, está despertando a los vecinos y se puede ganar una pedrada.
Si eso mismo lo hace un grupo, se llama tuna. Molesta lo mismo, pero algunos lo llevan mejor y en lugar de piedras les tiran dinero.
De ahí el interés en pertenecer a ciertos grupos que puedan aportar al individuo seguridad, poder o simplemente le hagan sentir a gusto, rodeado de compañeros con tendencias o metas afines.
Por otro lado, grupos aparte, tenemos los acontecimientos que el ser humano celebra de una manera especial: nacimientos, bodas, defunciones (bueno, las defunciones no siempre)... Y uno cuya importancia se va perdiendo en nuestra sociedad actual, el paso a la mayoría de edad, cuando el niño deja de serlo para convertirse en adulto, crear una familia y buscar un trabajo para comprarle consolas y teléfonos móviles a los chavales.
Y una mezcla de rito de iniciación degenerado y la celebración del paso de una situación a otra es el asunto que nos interesa aquí. Las novatadas.
Generalmente prohibida, esta tradición, que seguramente naciera a la vez que la primera residencia universitaria o el primer ejército, sigue siendo objeto de polémica actualmente.
Los españoles que tengáis una edad (dos edades diría yo, porque, como decían los de Asfalto en Días de Escuela, ya va haciendo tiempo) habréis hecho el servicio militar, más conocido como Puta Mili.
hemos pasado por este trance, pero nos sirve de ejemplo como caldo de cultivo de novatadas, generalmente no demasiado crueles físicamente aunque sí humillantes en algunos casos y, hasta cierto punto, graciosas en otros. Enviar al novato a buscar la funda del asta de la bandera o la máquina de pelar gambas, pintarle la mano de negro para que se manche la cara al tocarse o meterle a cantar dentro de una taquilla se pueden considerar momentos hasta divertidos si la víctima sabe tomárselo con humor.
Algo parecido encontramos en las residencias de estudiantes, donde los veteranos también ejercen sobre los novatos ese poder que confiere la antigüedad, unas veces simplemente con humor y otras con una crueldad y una saña dignas de un psicópata que llegan incluso a poner en peligro la vida de la víctima.
Y por fin, después de toda esta retahíla de letras mal juntadas e ideas inconexas, llegamos al objeto de esta entrada, que es el contar una novatada concreta que se ha convertido, dentro del entorno donde se ha llevado a cabo, en todo un acontecimiento.
Javi y Pablo (que podríamos decir que son nombres ficticios, pero sería mentira, porque existen), comienzan este año su periplo universitario de noches de juerga y partidas de mus interrumpidas por ratos de estudio.
Y la novatada que les tenía deparado el destino ha sido de lo más imaginativo, pues el resultado es el vídeo que tenéis un poco más abajo.
Todo el trabajo del vídeo es obra de sus protagonistas. Han compuesto la letra sobre una base de trap (un estilo musical nacido en el sur de Estados Unidos a finales de los 90 y que, a los que no entendemos, nos recuerda al rap o al hip-hop), han buscado las localizaciones y grabado y editado tanto la imagen como el sonido.
Pero lo curioso del caso no es que se hayan visto "obligados" a hacer un vídeo, sino que sus autores casi se han convertido en estrellas entre sus compañeros, hasta el punto de que la siguiente novatada para los recién llegados ha sido aprenderse la letra para cantarla todos juntos e incluso el vídeo se ha emitido en algún pub de la zona.
Así que, aunque solo sea por curiosidad, echadle un ojo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario