31 de octubre de 2019

Recorriendo Oz

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Otra vez Halloween. Se pasa el tiempo volando. Y así, volando con su casa, es como llegó Judy Garland a Oz hace ochenta años en la tormentosa (en sentido real y figurado) producción de la Metro-Goldwyn Mayer dirigida oficialmente por Victor Fleming, pero codirigida en la sombra por otros grandes nombres del cine norteamericano de la primera mitad del siglo XX.

Aunque últimamente encontramos poco tiempo para escribir, no podíamos dejar pasar la noche más terrorífica y fantástica del año sin una de nuestras entradas especiales. Y esta vez se la vamos a dedicar a Oz, y principalmente a la visión que de este fantástico reino nos ha dado el cine y la televisión, empezando por el clásico ya citado: El Mago de Oz de 1939.

La leyenda negra del séptimo arte se ceba con rodajes como El exorcista o Poltergeist, marcados por accidentes y muertes o, por ejemplo, la maldición del edificio Dakota, donde se filmó La semilla del diablo y escenario del asesinato de John Lennon años después. Corre también el rumor de que Max Schreck, el protagonista de la versión de Nosferatu de F. W. Murnau, era un auténtico vampiro... en fin, el cine de terror parece que se presta a este tipo de situaciones; pero, quién podría pensar de una película como El mago de Oz que, bajo la cubierta de colorines y alegres canciones, se esconde un rodaje repleto de accidentes, excesos y abusos.

Aunque no nos centraremos exclusivamente en este clásico del cine fantástico, sí queremos dedicar la primera parte de la entrada a mirar detrás de las cámaras, ahora que se cumplen esos ochenta años de su estreno.