3 de marzo de 2019

Harry Potter ataca de nuevo















Hace poco hablamos de Harry Potter: The Exhibition, una completa exposición de vestuario y parafernalia original de la serie de películas de Harry Potter. Y ahora tenemos una nueva muestra de la que hablar. Más modesta pero muy bien ambientada y con los suficientes objetos como para pasar un buen rato.

Se trata de Experiencia Patronus, instalada en el local que Fandome tiene en Madrid y que ha tomado el nombre de El Andén Mágico para este evento.

La entrada se hace a través de un pasillo con aspecto de vagón de tren antiguo, con las ventanas convertidas en pantallas de vídeo representando un paisaje en movimiento que nos retrotrae a los viajes de los protagonistas de la saga en el Hogwarts Express.

Ya en el vestíbulo de la exposición encontramos dos direcciones. Escalera arriba nos espera un cuadro animado del estilo del de la "señora gorda" que ocultaba el acceso a la cámara común de Gryffindor. Al fondo la entrada a la exposición, donde el sombrero seleccionador destinará a los visitantes a cada una de las casa de
Hogwarts. A la izquierda vemos la tienda de recuerdos, la cafetería y, más allá, vitrinas con las reproducciones de diversos objetos de las películas, todo ello en un ambiente oscuro, muy apropiado para el tipo de exposición.

Aunque la entrada lógica es empezar por el sombrero, como cualquier alumno de Hogwarts y terminar en la tienda de recuerdos, nosotros optamos por tomar el camino de la izquierda para, sin mirar los artículos en venta y evitar así tentaciones, acceder directamente a los objetos expuestos.


Al comenzar al revés lo primero que encontramos no son objetos de la serie de Harry Potter, sino de la nueva Animales fantásticos: el revoltoso escarbato, un occamy recién nacido y sus huevos de plata (los huevos de los que nace), las inevitables varitas mágicas, periódicos americanos con las primeras noticias sobre las andanzas del nuevo "malo" de la saga y ex-mejor amigo de Dumbledore, Grindelwald...

Más adelante ya sí nos adentramos en el universo Harry Potter, empezando por la cocina de la casa de Sirius Black que sirvió de guarida a la nueva Orden del Fénix, con un antipático Kreacher mirándonos fijamente.











Tras atravesar la cocina encontramos expositores con innumerables objetos aportados, e incluso fabricados, por coleccionistas privados que nos recuerdan a personajes o pasajes de las historias: varitas mágicas de los protagonistas, objetos de los magos oscuros, del despacho de Dumbledore, los horrocruxes que guardan el alma de Lord Voldemort rodeando a una amenazante Nagini, pertenencias de Dolores Umbridge, Luna Lovegood o los Malfoy, la espada de Godric Gryffindor, fotos de los personajes, varitas y reproducciones a escala de las máscaras de los mortífagos, el libro de cuidado de criaturas mágicas que muerde, el pequeño cuerpo que era Voldemort antes de que Peter Pettigrew le devolviera sus poderes, sacrificando para ello su propia mano, que también figura en la muestra, y así hasta toparnos con el mismísimo Lord Voldemort, que nos amenaza directamente con su varita.






Huyendo de él desembocamos en una sala que alberga una reproducción del rincón bajo la escalera que sirvió de habitación a Harry durante sus primeros años en casa de los Dursley.

El "cuarto" de Harry contiene una pequeña cama y las estanterías en las que colocaba los juguetes que su primo desechaba. Sobre él, la escalera que conducía, en casa de sus tíos, al piso superior. Al pie de la misma encontramos una reproducción de Dobby, el elfo doméstico fiel amigo del joven mago y que tan mal rato le hizo pasar en el inicio de La cámara secreta.

A la derecha de la escalera se sitúan unos maniquíes vistiendo el atuendo de los alumnos de Hogwarts y, junto a ellos, las maletas en las que llevan sus pertenencias cuando viajan al castillo para un nuevo curso escolar.

Finalmente, en la misma sala, nos espera un pequeño decorado del aula de pociones, con dos estanterías repletas de tubos y recipientes
flanqueando una mesa igualmente llena de objetos para elaborar pociones, además de dos calderos cuyo contenido es removido por sendas varillas que giran solas.


Y, tras atravesar el rincón del sombrero seleccionador por donde deberíamos haber empezado, desembocamos en la escalera que lleva al piso superior de la exposición.

Subimos hacia el cuadro de la "señora gorda", pero no es necesario atravesarlo. La escalera gira a la izquierda y nos conduce a un pequeño cuarto semejante a las salas comunes de cada casa de estudiantes del castillo mágico. En ella vemos sillones y sofás de aspecto antiguo en torno a una chimenea encendida sobre la que se sitúa un cuadro con su personaje principal en movimiento, como es habitual en el mundo mágico.

Pasamos al siguiente apartado, pero no hay gran cosa, solo una enorme pantalla que ocupa dos paredes y en la que se desarrolla una partida de un videojuego de la saga. Seguramente sea aquí donde se proyecta el documental sobre Harry Potter anunciado en la página oficial del evento, pero que no tuvimos la suerte de ver.

De nuevo en la planta baja nos damos una vuelta por la tienda. No es la tienda abarrotada que vimos en Harry Potter: The Exhibition, pero sí tiene objetos curiosos y caros, más propios de coleccionistas que de simples aficionados, además de los habituales llaveros, camisetas o bolígrafos, estos sí, al alcance de cualquier bolsillo y destinados a servir de recuerdo de la visita.

Y con esto concluye nuestro paseo por Experiencia Patronus. Atravesamos nuevamente el pasillo en forma de tren y volvemos al aburrido mundo real tras evadirnos durante una hora en esas dimensiones paralelas que tanto nos gustan a los que no hemos crecido del todo a pesar de la edad.

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