31 de octubre de 2018

Harry Potter The Exhibition. I


Ya hemos empezado a celebrar este Halloween con música hace unos días y ahora lo vamos a hacer con cine.

Por lo que hemos visto en algunas pelis de terror, que ya podríamos considerar clásicas aunque no tengan más allá de treinta años, los estadounidenses pasan esta noche mágica entre dulces, disfraces y lo que sí son realmente clásicos del cine de terror y ciencia ficción.

Así que vamos a hacer nosotros algo parecido, orientando nuestros pasos hacia una saga que, sin descubrirnos posiblemente nada sobre el mundo de la magia, sí nos ha traído una nueva visión y unos nuevos héroes que se han convertido ya en parte de la cultura popular. Nos referimos a las aventuras de Harry Potter en ese mundo paralelo donde las bases de la física, de la química y del resto de ciencias que se esfuerzan por entender nuestro entorno dejan de tener validez.


Aunque para disfrutar realmente del universo de Harry Potter es imprescindible leer los libros que con tanto esfuerzo traspasó de su mente al papel J. K. Rowling, nos vamos a limitar a las películas.

Y nos centramos en el Harry Potter cinematográfico por la sencilla razón de que es el que nos muestra la exposición Harry Potter The Exhibition, que a día de hoy sigue recorriendo el mundo (literalmente) acercándonos innumerables elementos originales de las películas: vestuario, decorados, reproducciones de personajes fantásticos, utillería...

Las películas, al tener una duración tan limitada, no abarcan sino una parte mínima de la trama literaria, argumento que aprovecho para reclamar, aunque esto nos desvíe por un momento del objetivo de la entrada, una serie digna sobre la saga. Siete temporadas de ocho o diez episodios cada una en los que sí haya tiempo y espacio de plasmar cada historia paralela que se cuenta en los libros y que no tienen cabida en dos horas o algo más de una película de cine.

Dicho queda.

Cuando Harry Potter The Exhibition pasó por Madrid en abril de 2018 no pudimos evitar visitarla, y lo que aquí traemos es una muy pequeña muestra de lo que nos ofrece.

Incluso antes de entrar ya se tiene la sensación de estar a punto de acceder a un lugar indefinido y poco habitual. Las paredes negras de la sala que da acceso a la exposición, la escasa luz iluminando los carteles de las películas y el Ford Anglia volador que conocimos en La cámara secreta, segundo largometraje de la saga, nos preparan para el acceso al mundo de la magia, del que nos separa solo una puerta en una pared de madera muy en la línea de lo que encontraremos al traspasarla.

La muestra se presenta con una estructura temática, pero aquí vamos a recorrerla en base a la cronología cinematográfica, empezando por La piedra filosofal, primer título de la saga y el que nos abre las puertas de par en par a ese otro mundo que está en este, pero al que solo podemos acceder si tenemos poderes mágicos o si nos sumergimos en la masa cerebral de J. K. Rowling. Sí, esto último es un poco asqueroso, pero estamos en Halloween.

En La piedra filosofal conocemos a Harry Potter, un huérfano criado por sus crueles tíos junto a su mimado e insoportable primo. A todos los efectos sus padres murieron en un accidente, pero con el tiempo iremos descubriendo junto a él que las cosas no son como le habían contado. Súbitamente, al cumplir once años, edad de empezar sus estudios mágicos, una nueva realidad se abre ante el futuromago cuando recibe una carta de ingreso en Hogwarts, el colegio de magia y hechicería donde se formará.

Tras algunas vicisitudes y un viaje en el Hogwarts Express, tren de vapor en el que se trasladan los alumnos y donde conoce a los que serán sus inseparables amigos Ron Wesley, Hermione Granger, Neville Longbottom y alguno más, llega por fin al castillo de Hogwarts, su residencia durante el próximo curso académico y escenario de aventuras increíbles.

Los alumnos visten con uniforme y portan la clásica varita mágica a través de la que canalizan la energía necesaria para los hechizos. En los baúles con su equipaje podemos encontrar, aparte de su ropa y enseres personales, los más variopintos objetos.





La primera estancia que visitan a su llegada es el gran salón polivalente, que cambia su mobiliario y aspecto según la ocasión y donde se les destina, durante la ceremonia de bienvenida, a una de las cuatro casas o hermandades en que se dividen los alumnos (Slytherin, los más chungos, Hufflepuff, Ravenclaw, que ni fu ni fa, y Gryffindor, los "buenos" y a la que, como era de esperar, pasan a pertenecer nuestros protagonistas) y se les asigna una cama en los aposentos privados de cada casa.











También en esta primera aventura Harry hace otro amigo inseparable, el bonachón gigante Hagrid, expulsado injustamente del colegio pero finalmente admitido como guarda de los terrenos del colegio gracias a la intercesión de Albus Dumbledore, director de la institución y personaje de reconocido prestigio en el mundo mágico.

En la exposición tenemos la oportunidad de entrar en casa de Hagrid, esa pequeña construcción de piedra a escasos metros del edificio principal, y de comprobar su estatura en base a la ropa que vestía en las películas, además de tener al alcance de la mano el huevo de dragón que tantos problemas le trajo en La piedra filosofal.















Ya debidamente aposentados, los alumnos comienzan con su educación, en la que recibirán todo tipo de enseñanzas relacionadas con la magia.

Entre otras, sufrirán las primeras clases con el siniestro y oscuro Severus Snape, profesor de Pociones que aprovechará cualquier ocasión para dejar a Harry a la altura del betún, y adquirirán conocimientos sobre herbología guiados por la profesora Sprout, cuya labor tendrá especial relevancia en la segunda película de la serie.













Y el deporte, también los magos practican deporte. Pero no un deporte cualquiera. Aprovechando las ventajas del mundo mágico su deporte estrella es el quidditch, una mezcla de rugby, balonmano y balón prisionero jugado sobre escobas voladoras y a altas velocidades. El objetivo final del juego, aparte de marcar más tantos que el contrario como en cualquier competición de equipo, es atrapar una pequeña bola metálica dotada de alas y casi imposible de ver y mucho menos de seguir en vuelo, la snitch dorada.

Como en todo deporte popular que se precie no pueden faltar campeonatos mundiales donde los aficionados visten los atuendos de sus ídolos y portan todo tipo de parafernalia.

Harry, a pesar de su corta edad, es admitido en el equipo de quidditch de Gryffindor por su habilidad sobre la escoba y su objetivo es precisamente el de capturar la snitch dorada ocupando el puesto denominado buscador.

La indumentaria de los jugadores es aparatosa a la vez que apropiada para protegerlos de los continuos golpes, y las bolas que se utilizan en el juego se guardan en la caja de madera que vemos aquí al lado y que las mantiene sujetas, ya que, cosas de la magia, cuando se las libera de su encierro no permanecen quietas ni un segundo.

Algo curioso de la sociedad mágica es que se celebra la Navidad. El castillo se adorna, como no podría ser de otra forma, de manera mágica; los alumnos tienen libertad para volver a sus casas a pasar esos días en familia y los que no pueden o no quieren permanecen en las dependencias de Hogwarts, donde reciben los preceptivos regalos. Y por este medio cae en poder de Harry, enviada por un misterioso remitente, la capa de invisibilidad, cuyo nombre define perfectamente la prenda. Una persona cubierta por esa capa puede deambular a sus anchas sin ser vista, lo que va a facilitar los devaneos aventureros de nuestros protagonistas.

Siguiendo con la historia de esta primera película, la trama gira en torno al intento del archienemigo de Harry desde su nacimiento (aunque él propio Harry lo ignore), Lord Voldemort, de hacerse con la piedra filosofal.

En su afán por defender la piedra, el joven mago y sus dos inseparables amigos deberán enfrentarse a peligrosas trampas en las entrañas de Hogwarts, entre ellas unas mortales llaves voladoras y un tablero de ajedrez mágico gigante. En este tipo de ajedrez las piezas que "comen" realmente destrozan al enemigo, y Ron, Harry y Hermione formarán parte de uno de los ejércitos contendientes en el tablero, arriesgándose a perder la vida a manos de las gigantescas figuras contrarias y sus afiladas espadas.



Con un último enfrentamiento entre Harry y Voldemort concluyen la primera película y el primer curso escolar. El segundo se relató un año después en La cámara secreta, en la que se revela la historia de Lord Voldemort durante su estancia como alumno de Hogwarts y el porqué de la expulsión de Hagrid.

Aparecen nuevos personajes, como Dobby, un elfo doméstico a través del cual conocemos la triste vida de estos seres, inteligentes y racionales, pero con la convicción casi genética de que su deber es servir a los magos; Fawkes, el pájaro fénix propiedad del director Dumbledore; Gilderoy Lockhart, que ocupa la vacante de profesor de Defensa contra las artes oscuras. Un mago ególatra y falso que vive de su imagen y de la venta de sus libros, en los que relata fantásticas y supuestamente reales aventuras vividas por él, y Aragog, una araña gigante que vive rodeada de miles de crías en el bosque prohibido, dentro de los terrenos de Hogwarts.











Además de todo ello, la exposición nos trae una pieza imprescindible, la espada de Godric Gryffindor, mago fundador de la casa que lleva su nombre y que se utiliza en dos momentos decisivos dentro de la saga.

Y, como añadido, los visitantes tienen la posibilidad de experimentar lo que se siente extrayendo ellos mismos mandrágoras de sus macetas. Esta raíz, que se estudia en el segundo curso de Herbología y cuyos chillidos al ser arrancadas de la tierra pueden hacer perder el conocimiento a quien los escuche, fueron claves en la recuperación de las víctimas del monstruo de La cámara secreta.

Un épico enfrentamiento entre Harry y ese monstruo, más otro que no desvelaremos para los que aún no hayáis entrado en el mundo de Harry Potter pero tengáis curiosidad, ponen fin a la segunda película, que fue seguida por El prisionero de Azkaban.

En esta entrega descubrimos que también hay delincuencia en el mundo mágico (aunque, tras conocer a Voldemort, ya somos conscientes de que hay magos que no son trigo limpio) y los culpables cumplen condena en Azkaban, una inexpugnable cárcel vigilada por seres de pesadilla, los dementores, personajes sin ninguna empatía ni sentimiento y cuyo único objetivo es absorber el alma de sus víctimas. Su tarea consiste en vagar por Azkaban previniendo posibles fugas, pero debidamente controlados para evitar que dañen a los presos.

La vida de los padres de Harry fue más movida de lo que le habían contado y en esta tercera película surgen antiguos amigos (y enemigos) de la familia, como Remus Lupin, que se hace cargo de las clases de Defensa contra las artes oscuras y el padrino de Harry, lo más parecido a un familiar que le queda sin contar a sus detestables tíos. También se presenta una nueva criatura Buckbeak, el hipogrifo, una especie de cruce entre caballo y ave de presa, condenada a muerte a manos del verdugo del Ministerio de Magia por las malas artes de Draco Malfoy, otro alumno de Hogwarts y enemigo acérrimo de Harry.

Una nueva asignatura, Adivinación, traerá a los jóvenes protagonistas algún que otro problema y la parafernalia del aula también está presente en la exposición junto con otro nuevo elemento que pasa a ser propiedad de Harry y que le permitirá tener un mayor control sobre todo lo que sucede en Hogwarts, el mapa del Merodeador, un plano del castillo donde puede observar en tiempo real la posición y destino de sus habitantes.











Y, como los alumnos ya han alcanzado la edad apropiada, con la debida autorización de sus progenitores o tutores pueden visitar Hogsmeade, un pueblo mágico cercano a Hogwarts en el que se puede degustar cerveza de mantequilla en Las Tres Escobas o comprar todo tipo de chuches en Honeydukes.

En esta tercera aventura se desvelan muchos secretos del pasado de Harry y se nos prepara para compartir el enfrentamiento directo entre su entorno y el lado oscuro, representado por el cada vez más poderoso Lord Voldemort y su ejército de magos, los mortífagos.

Y aquí lo dejamos. En la siguiente entrada terminaremos de recorrer la exposición.


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