Así que, encendemos nuestra hoguera electrónica, ponemos unas patatas a asar, sacamos las cervezas y los refrescos y hablamos de los visitantes de dormitorio.
Aún a riesgo de generalizar demasiado, se podría decir que cualquier ser vivo del reino animal tiene en muy alta estima su refugio, ya sea una cueva, una choza, un piso o un palacio. En las sociedades con una vida, digamos, fácil, entrar en casa y cerrar la puerta nos permite acceder a un mundo en el que, hipotéticamente, estamos a salvo de los peligros de nuestro entorno.
Aún a riesgo de generalizar demasiado, se podría decir que cualquier ser vivo del reino animal tiene en muy alta estima su refugio, ya sea una cueva, una choza, un piso o un palacio. En las sociedades con una vida, digamos, fácil, entrar en casa y cerrar la puerta nos permite acceder a un mundo en el que, hipotéticamente, estamos a salvo de los peligros de nuestro entorno.